05:00 AM: ahora si mis queridos aprendices, a madrugar, porque a esta buena hora se hace el buen pan…
¡Hay como es este un placer sin igual!, para nosotros los Mexicanos, por este delirio dulce, “el pan”, es que es cierto, en la mesa podrán faltar los frijoles, pero jamás el pan, es tan diverso, puede llevarte a los paraísos más dulces de coberturas y rellenos, al divertido mundo de las texturas otorgadas por la versatilidad, desde hojaldrados, bolillos y teleras, baguette, donas conchas, besos, rejas, polvorones, mantecadas, rebanadas, texturas que sin más te generan siempre una sensación diferente ¿los olores?, no hay nada mejor en la vida que pasar frente a una panadería bien tempranito, ese calor es el único que puede lograr que tu corazón se aliviane de todo, sin importar cuantas incertidumbres existan, todos somos adictos a comer un pan porque nos desconecta de todo y todos nuestros pensamientos los fija en la experiencia de tomar un café calientito, una taza de leche recién hervida, o para los extravagantes, servida en un vaso directamente salida del refri, aun sin importar que está siendo un día bastante frío, ¡Esperen!, pero y que hay del “De la vista nace el amor”, si, en definitiva, si por algo consumimos tanto el pan es porque somos débiles a comprar esa pieza que se ve tan rica, crujiente, brillosita, con azúcar, chocolate, costritas, cremitas pasteleras, mermeladas, ¡hay los chochitos!, y ni que decir de los que de vez en cuando traen fruta, y si, porque no decirlo, a ese que nos hace romper constantemente las dietas.
Hoy nos encontramos aquí una vez más para demostrar que el pan domina siempre sobre nuestras ganas de ser personas con firme convicción de NO ROMPER LA DIETA, pero que lamentablemente solo logramos repetir esa donita, o una mante concha o quizá un pan de muerto…
Es por eso que no era para menos una segunda parte, para asegurarnos de no romper con la tradición panera. En esta ocasión nos inmiscuiremos en el origen del pancito en México.
No te pierdas ninguna parte de esta historia, para que conozcas los orígenes de esas piececillas que tanto nos vuelve locos. Esta historia comienza alrededor de los años 1521 con la conquista de los Españoles, si bien en México ya existía una gastronomía ampliamente fomentada y enriquecida, no fue sino hasta que la llegada de los Españoles cambio todo, no solamente para este lado del plano, sino también que simultáneamente las cosas fueron cambiando para todo el mundo, debido a las idas de trabajadores mexicanos al extranjero y venidas de trabajadores extranjeros a tierras mexicanas provocaron que las tradiciones se mezclaran, ellos traían y llevaban insumos o productos poco comunes, por ejemplo; Los españoles trajeron el trigo y los mexicanos llevaron el maíz.
Después de esto no tardo mucho para que las costumbres y tradiciones comenzaran a relacionarse hasta llegar el punto en el que probamos un pedacito del cielo. Si mi buen amigo, México abrió sus puertas para cobijar la costumbre de la elaboración del pan, convirtiéndola en lo que algunos llaman hoy en día, la casa de la panadería dulce y colorida.
Poco a poco, cuando las dos culturas comienzan a interrelacionarse entre sí, sus costumbres comienzan a hacerse presentes, una de las cuales fue la producción de una tortilla inflada, como lo llamaban los mexicanos en ese entonces, algo que por supuesto llamo su atención, pues para ese entonces solo existía en México la siembra de maíz, rico como todos sabemos para los tacos, pero no para hacer pan, pues el maíz no posee la habilidad de producir que la masa leude (se infle).
Con el conocimiento y la aceptación del trigo, los mexicanos descubren una forma de hacer algo a lo que le llamaban pan. Es curioso, como de la delicadeza de tan afable trigo, obtenemos una piececilla particular, ya sea, salada o dulce, siempre logra robarnos una sonrisa.
Cerca de 1524 la producción de esta nueva costumbre comienza a expandirse de tal forma, que los mexicanos encontraron en este nuevo oficio un sustento rentable y económico, provocando la producción de pan en círculos familiares,
al comenzar a notar que cada día más y más gente gustaban de su producto, estos pequeños negocios se comenzaban a ver en la necesidad de expandirse, este cambio rotundo derivado de una aceptación demasiado pronta, fue la culpable de brindarle el auge que requería para expandirse cada vez más.
El negocio de hacer pan, comenzó a crecer de tal forma, que cada vez más gente buscaba nuevas, mejores y eficientes formas de hacer pan, crecimiento que se vio muy favorecido al comienzo de la revolución industrial 1760-1840, se lograron percibir muchos cambios, pues abrió la puerta a demasiada tecnología, las panaderías encontraron aquí, una nueva forma de hacer pan, mayor producción en un lapso de tiempo más corto, si, como lo sabemos, la tecnología utilizada de una buena manera siempre va a ser de buen provecho, no solo llego el cambio a los que preparaban estos alimentos, también de igual manera llego una nueva era para el cómo se vendía, quienes lo compraban y como lo hacían.
Poco antes de la llegada de los primeros maestros Europeos de panadería y repostería, primordialmente franceses e italianos, alrededor del siglo XVlll a México, solo solían hacerse piezas a base de harina, levadura, leche y sal, a la llegada de estos extranjeros se introducen, nuevos métodos y técnicas de preparación y cocción, otorgando piezas de pan más suaves, dulces presupuesto y suavidad, este cambio fue un repunte simultáneo a la panadería en Mexicana. Como siempre, los mexicanos innovando, tomaron las bases y lo convirtieron en una gran variedad de sabor, color, y tradición. Lo hicimos parte de nosotros, parte de nuestra tradición cultural, lo volvimos parte de nuestro día a día.
Justo esto fue un poco de lo que poco a poco provoco que el ingenio Mexicano sobresaliera. Lo amamos tanto que, lo hicimos partícipe de todo nuestro entorno, amamos los clásicos, pero ciertamente nos vuelven locos los tradicionales panes de muerto, las rosca, los bolillos para las tortas ahogadas, ¿una guajolotita?, los ojos de pancha, el pan puede estar donde quieras, el pan está en tu vida muy constante, lo hace estar en todo momento, atreves del pan, puedes expresar una emoción, o implantar recuerdos y creo yo esta es la adicción que nos hace dejar la dieta, ¡vamos por un pancito! ¿No?
La panadería mexicana ha logrado sobresalir, pese a que su gran contendiente constantemente presenta cada vez más lujoso el pan, sí, me refiero a la panadería francesa, en definitiva nada iguala un Croissant, o una mil hojas, sin embargo, tenemos tanta variedad dulce que nos distingue de la panadera francesa a simple vista, pues aunque se utilizaron las bases, dio un giro rotundo al añadir coberturas, rellenos, colores y texturas dulces, de una forma muy llamativa y poco habitual, el ingenio nos ha llevado a tal nivel que hacemos pan de dulce de todo tipo, literalmente, hace no mucho, se inventó la Mante concha. ¡Por supuesto!, que sin pan no es vida.
El porfiriato 1876 – 1911 trajo consigo un cambio determinante para el futuro de los alimentos, pues este traía ideas de como comer de la forma más delicada, siempre buscando extravagancia por aquello de “de la vista nace el amor”, poco a poco, este cambio fue haciéndose presente cada vez más en la sociedad de aquellos años, provocando que quisieran adaptarse, con estas exigencias, los panaderos tuvieron frente una búsqueda de cómo hacer que se viera mejor su pan. Ya para ese entonces hay que tomar en cuenta que había bastante competencia, ¿la gran aportación?.
Se cambió el sistema de vender el pan, se le dio vuelta al aparador, para que la gente comenzara a ver el pan, ya sabes por aquello “de la vista, nace el amor”, para que la gente pudiera ver todas las piezas en el exhibidor, y así poder elegir la que más les agradara, sistema que hoy en día es una tradición o un emblema, la emoción que se siente al oír que nos ofrecen la pinza… Funciono de tal manera que hoy en día nosotros así compramos el pan.
Resulta como es que algo tan sencillo, tan económico y tan caro en otras veces, logro sobresalir en todo contexto, para las personas que se dedican a hacerlo son tan tradicionales, pues hoy en día buscan sin excepción alguna seguir los pasos, todo debe ser exacto, para saber que el producto final va a ser bueno.
En conclusión, ahora puedes levantarte e ir libremente por un pan, sabiendo que lo que hoy comes es el conjunto de muchas historias, antepasadas, presentes y futuras, sin duda alguna, es verdad, que no debe faltar el pan en la mesa.
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